sábado, 31 de diciembre de 2011

SESENTA Y CUATRO

Este año he tenido una constancia inaudita en algo: me propuse anotar el título de todas y cada una de las películas que viera hasta el 31 de diciembre, y lo he hecho. Me aplaudo y me beso a mí misma. He apuntado los títulos y junto a ellos una sucinta calificación personal.
A medida que la lista iba creciendo me llamaba la atención la mezcla no sólo de géneros sino también de calidad. El resultado ha sido de lo más dispar, e incluso risible.
Es este:

Películas:

Amanece que no es poco (bis) ++++
Crepúsculo I ---
Crepúsculo II ---
Crepúsculo III ---
Monster +
Monsters -
Valor de ley +
Cisne negro -
Shortbus +/-
Anticristo -
El rito +/-
Moon +
Más allá de la vida -
Invasión a la Tierra -
Código fuente +/-
Dos en la carretera ++
Los años desnudos +
Zombies party (bis) +
Beatiful girls +
The secretary +/-
El coloso en llamas +
Flores rotas +
Memorias de África +
Adaptation (El ladrón de orquídeas) +/-
Todos dicen "I love you" +
Incendies ++++
All good things -
Asesinato justo ---
Sin límites +
Match Point +
Los Blandings ya tienen casa ++
Charada ++
Fargo ++
Piratas del Caribe 4 -
Midnight in Paris ++
Sin identidad +
La ventana indiscreta (bis) ++
Promesas del Este (bis) ++
Poderosa Afrodita +
Ni una palabra -
Súper 8 -
Divorcio a la finlandesa -
Intacto -
La diligencia +
Cowboys & Aliens -
American History X +
Los falsificadores (bis) ++
El discurso del rey +
Día de entrenamiento +/-
Conan (la nueva) -
Caperucita roja --
Los amos de Brooklyn +
La cosa +
300 (por decimoquinta vez) ++++
La cosa (1982) +
No habrá paz para los malvados +
Santuario +/-
Constantine --
Los increíbles (bis) ++
Vampiros --
El paciente inglés +
Atando cabos +/-
Celebrity +
Mejor imposible +
El quimérico inquilino +
28 días después (re-bis) ++
Zombie Apocalypse ---
Immortals -
Ca$h -
Amanecer (1ª parte) ---

Series:

Mad Men (temporadas 1, 2, 3 y 4) +++++
The Walking Dead (1ª temporada y mitad de la 2ª) +
Dexter (temporadas 5 y 6) +++
Juego de tronos (Oh Zeus, haz que llegue pronto abril) +++++
The wire (las cinco temporadas en mes y medio) +++++
The Closer (temporadas 6 y 7) ++++

viernes, 30 de diciembre de 2011

SESENTA Y TRES

Este año, en algún sitio, a propósito de una cosa, leí esta frase: "He aprendido que los amigos se convierten en desconocidos, y los desconocidos se convierten en amigos".

Y es verdad. Yo también he aprendido esto.

Y a propósito de la verdad, me dijeron esta otra: "Una situación trágica es una cita con la verdad".

Y también es verdad. Esto también lo he aprendido.

Este año, por ejemplo, mi Princesa (el posesivo es cariñoso), a la que nunca he tenido ocasión de abrazar, me ha ayudado tanto que no sé si algún día podré estar suficientemente agradecida. No me ha tenido ningún miedo. Sin embargo, tengo (o tenía) amigos que han desaparecido cuando yo no podía sonreír ni bromear. "Porque no les venía bien mi dolor". "Porque no supieron cómo reaccionar". "Porque no querían molestar llamando". O el silencio.

Qué crudos algunos silencios. Qué crudos algunos correos que nunca he recibido. Las llamadas que nunca han llegado.

Otras personas, a las que apenas conocía, también me han ayudado mucho.

Algún amigo, con su silencio, me ha herido todos y cada uno de los días que han pasado este año.
Otros, lo han hecho con sus palabras.

No sé qué es la amistad. Ya no.

Dejaré este año (o este año me dejará a mí) con la sensación de que he tenido una larga y agotadora cita con la verdad. Otra vez.

Que tengáis feliz año.

lunes, 26 de diciembre de 2011

SESENTA Y DOS

Estar fuera de realidad. Estar en otro sitio, estar lejos. Oír de reojo, sin ganas, con desinterés. Ver opaco, borroso, a contraluz, a distancia. Gritar. Gritar que hablen más claro o gritar para que se callen. Nadie te oye, nadie te escucha. Ni falta que hace, piensas.
Estar fuera de realidad, ¿pero dónde? Estar en otro sitio, estar al otro lado. Estar con los demás, pero en otro sitio, ¿dónde te quedaste? ¿Dónde es que te has ido? No saber volver.
Quizá, quizá, no querer volver.
Bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla. ¿Qué? Bla, bla. Ah, sí, claro. Bla, bla, bla, bla.
Ya, lógico. Blablabla. Sí, sí. Blablablabla. Sí, pero... ¿Bla? No, nada, nada...
¿...? Blablablabla.
Esar fuera de realidad. Fuera de toda lógica. Fuera de todo diálogo comprensible. Las palabras de otros que carecen de fuerza, de valor, de interés, de importancia, en suma.
Tú, que has sobrevivido a un naufragio en alta mar, a una hoguera, a un hundimiento, a un terremoto, a un tsunami, a un resquebrajamiento del mundo... ahora te toca escuchar cómo se nada a braza en una piscina sin arrugar el bañador, cómo se tiende la ropa para no tener que planchar, o cómo practicar apnea, cómo se cura una quemadura de cerilla en el dedo índice y cómo se reconstruye una casita de playmobil.
¿Cómo volver a la realidad? Y sobre todo, ¿para qué?
Tú, que nadas entre tiburones con nombres de lo más variopintos hace años, y luchas por sobrevivir dignamente en una guerra contra análisis, biopsias, y pruebas, ahora te toca escuchar las dificultades que tienen algunos para enfrentarse a la astenia primaveral o al "bajón otoñal".

Sí, y es que ya se sabe, el otoño, el otoño, puede ser muy cruel. Eso es verdad.

SESENTA Y UNO

A falta de ganas de escribir sobre nada, escribo sobre la nada. Sentada sobre la nada. El nada que hacer, más que sentarme en la mesa a beber y comer. ¿Se puede pedir más? Sí, un poco de sol, buena compañía. Nada que decir, nada que hacer, nada de nada. Parece que uno deja durante largas temporadas la profundidad en el abismo de la nada y el silencio. Si no, no me lo explico.
Confiemos en que tanto vacío, también tanto vacío, sea bueno.

Sí, me digo esto y pienso que ojalá fuese vacío este silencio, estos silencios, cuando en realidad son vacíos llenos del ruido que hacen tantos proyectos buscando voluntad.

sábado, 10 de diciembre de 2011

SESENTA

¿Hasta qué punto tengo que aguantar sin amenazar al vecino con dispararle con un bazoca y rociarle a él y a su familia con una botella de ácido por tener el volumen del televisor altísimo y obligarme a poner MI música por no oír SU partido de fútbol?
¿Hasta qué punto?

lunes, 28 de noviembre de 2011

CINCUENTA Y NUEVE

No lo entiendo. En lo que va de curso, me he enfrentado a dos situaciones muy desagradables en clase. Ambas han sido en 1º de ESO (sí, de eso, de aquello y lo de más allá). Recalco este "detalle" porque son los alumnos que yo recibo recién "horneados" de Primaria. Las situaciones han sido las siguientes:

No suelo prestar mucha atención a si los alumnos se pasan notas entre ellos. Ya doy por sentado que lo harán, como lo hemos hecho todos, cuando más se aburren o cuando creen que la ocasión lo merece. Pero si lo hacen delante de mis narices, sin ningún tipo de pudor, entonces sí, como es lógico, me enfado. Me enfado por dos motivos: porque no están concentrados y porque no saben disimular.
En octubre le cogí dos notas a una alumna. Las abrí, las leí en silencio, las volví a cerrar y me las guardé. Las notas, naturalmente, hablaban ambas "de chicos": "fulanito me ha pedido salir", "zutanito de 2º es muy guapo", "qué dices, es mazo feo", "pues a mí me parece guapo", "estás fatal, guapo es menganito", etc. La chica, avergonzada y roja como un tomate, me pidió (casi suplicando) que por favor no las leyera en voz alta. Cosa que no pensaba hacer, ni se me había pasado por la cabeza. Lo cierto es que muy pocas veces me he visto en esta situación, pero nunca se me ha ocurrido leer en voz alta algo que es privado. No me importa que "lo privado" sea de niñas de 11 años o mujeres de 40.
Lo único que hice fue decirle a ambas muchachas que a tal hora hablaría con ellas muy seriamente.
En seguida los demás alumnos, al ver que yo no hacía nada más que ponerme muy seria y continuar con lo que estábamos haciendo, gritaron al unísono que leyera en voz alta las notas y, no contentos con esa petición, también me pidieron que las escribiera en la pizarra.
"¿Escribir las notas en la pizarra?", pensé. "¡¿Pero qué carajos está pasando aquí?!"
Pregunté que por qué eran tan crueles.
"No somos crueles", me contestaron. "Es lo que nos hacían en Primaria. Cuando la maestra encontraba una nota escribía su contenido en la pizarra".
Yo, asombradísima y haciéndome la ingenua, les pregunté que para qué hacían eso las maestras de Primaria.
"Para humillarnos y que no escribiéramos más notas". Dijeron eso, "humillarnos".

- Pues a la vista está que el método no funcionó -, les dije.

Tuve que explicarles que yo puedo ser dura, pero no mala, ni cruel. Y que querer humillar a las personas públicamente es ser mala gente. Que el hecho de escribir notas a hurtadillas merezca un castigo no significa que el castigo tenga que pasar por avergonzar ante los compañeros al autor de las notas. Se puede castigar de muchas formas. Y más ahora, que leer y pensar es un castigo. Hay que aprovecharlo y castigar mucho, mucho.

Por sus caras, parecía que era la primera vez en sus vidas que alguien les decía que hay que ser bueno, en el sentido de que no hay que alegrarse del mal ajeno. Básicamente porque no sabemos cuándo nos tocará a nosotros pasarlas canutas. Básicamente por aquello tan simple como que no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. Me parecen normas básicas de convivencia y ética, al menos para niños de 11 y 12 años. A lo mejor es que soy imbécil.

No entenderé nunca la pedagogía. No entenderé nunca lo que se está haciendo en Primaria, lo siento. Esto es sólo un ejemplo. Podría contar muchos más. Pero voy a contar sólo uno más:

También en el mismo curso. Hoy les he repartido corregido el primer examen "oficial" con ellos. Antes de empezar a repartir me han preguntado si iba a decir la nota en voz alta. Otra vez, de nuevo, sorprendida por esa pregunta. ¿Por qué iba a decir la nota de cada uno en voz alta? ¿Qué le importa al de al lado si has sacado un 2 o un 9? Pues he recibido la respuesta que temía: "es que en Primaria lo hacen así, para que todo el mundo lo sepa".

Otra vez, de nuevo, intentar enseñar a través de la humillación. ¿Qué hay de esos chavales a los que les duele y avergüenza no superar el 1, el 2, el 3...? Porque creedme que no es plato de buen gusto, para ninguno, recibirlo, ni para mí darlo.

"La nota de un examen es algo que, además de a mí, sólo os importa a vosotros y a vuestros padres", he tenido que decir. Tendríais que haber visto sus caras: entre el estupor y el "claro, claro, por fin alguien que lo entiende". Llevaban años aguantando que sus notas se dijeran en voz alta.
Luego que venga el inspector, o el Ministro, o la señora o señorita Figar, a darme lecciones sobre cómo tengo que "motivar a mis alumnos". ¿Ese es el respeto que se tiene a los menores? ¿Esa es la educación que se les da? ¿Así es como se les ayuda a formarse? ¿Eso es lo que se les enseña, aprender a través del miedo, la humillación, la vergüenza, la risa a costa del mal ajeno? ¿Dónde están los inspectores cuando ocurre todo esto? Ah, sí, ya sé, tomando café con los directores de centro. ¿Por qué se permite que se maltrate de esta forma a los niños? ¿Por qué se les grita tanto? ¿Por qué se corta todo diálogo con ellos y se les trata como si fueran incapaces?

¿Así es como se les "educa en valores"?

Pues bien, maestros, profesores, pedagogos e inspectores que no inspeccionan nada: déjense las frustraciones en casa y métanse la pedagogía moderna por donde les quepa, a mí, me da mucho asco.

martes, 15 de noviembre de 2011

CINCUENTA Y OCHO

A menudo pienso en esto. En el Mar del Norte.

lunes, 14 de noviembre de 2011

CINCUENTA Y SIETE

Hoy es quince de noviembre y hay poco más que decir. Es quince de noviembre y yo querría tener una conversación con Dios.

Estoy en la cama, en la cama conmigo, hay una luz en la terraza de enfrente que lleva dos días seguidos encendida, probablemente han olvidado apagarla. Pero yo querría tener una conversación con Dios.

Llueve, ya todo ha pasado. También todo podría ser peor. Y todo podría volver a pasar. La gata sueña con salmones y un coche pasa por la calle. Es tarde. Y yo querría tener una conversación don Dios.

Quién no, eh, quién no querría tener una conversación con Dios. Con Dios, qué cosas.

Si lo veis, decídselo. Quiero hablar con él. No es urgente, porque llevo no sólo 32 años esperando, eso no ha sido nada, eso ha sido relativamente fácil, sino uno, uno intensamente. ¿Sabéis cuántos días hay en un año? ¿Cuántas horas en un día? ¿Cuántos minutos, segundos como golpes? 32 años son treinta y dos años; pero uno, uno son 365 días con sus 365 noches. Y ahí van muchas horas. Dios ni en la sopa. Dijo que le encontraríamos en no sé cuántos sitios, una barbaridad. "Mirad no sé dónde", "mirad no sé cuántos, allí me encontraréis". Pero yo nunca lo he visto. A lo mejor es que soy una incapaz. O una insensible.

A estas alturas, todo podría ser.

Puedo esperar un poco más. Sí, no pasa nada. No nos volvamos locos. Tampoco hay que dramatizar. Sí, yo creo que sí que puedo. Sin problemas. Tiempo tengo. Él mismo me lo dio. Quizá me lo dio para no verme la cara. Mejor que me lo diera, para no verme la cara. Es una cara que nadie, ni él, querría ver.

Aquí hay una que está esperando. Decídselo alto y claro: cada día, a cada instante, por todo esto. Y por mucho más.

Tengo una pistola. Y muy pocas ganas de hablar.

domingo, 13 de noviembre de 2011

CINCUENTA Y SEIS

Esto de escribir es parecido a sangrar. No siempre quieres hacerlo.
Y no hay ninguna obligación de hacerlo.
Comprender esto lleva años. Me ha llevado años a mí. Y a día de hoy lo entiendo, pero no todos los días y no todo el rato.
A mí me ha costado años.
A vosotros... Vosotros nunca lo entenderéis.

viernes, 30 de septiembre de 2011

CINCUENTA Y CINCO

La fiebre y el miedo siempre van juntos ahora. Yo sabía que esto tenía que llegar, aunque no sabía cuándo. Ha llegado y espero tumbada a que este dolor en el pecho sólo sea un dolor en el pecho. Espero tumbada a que este no poder respirar sólo sea no poder respirar ahora. Nada más.
No quiero mirar la pared. No quiero mirar el techo. Mire a donde mire veo focos, agujas, sangre y un rumor sutil de algo acercándose, a lo lejos, cuando cierro los ojos. Un antiguo recuerdo de algo blanco y frío que me encerraba sola y tiraba la llave, lejos de todos, y me dejaba así, a solas con el vaho de una respiración cada vez más débil, cada vez más parca, cada vez más triste. Un cuerpo más, frío, en un sitio lleno de cuerpos fríos.
Es algo tan simple y tan ridículo. Pero como un perro de Pavlov, yo salivo con tan solo reconocer la vibración en el aire que produce el olor de la mano que me ofreció una galleta. Una galleta.

Y aquí estoy, salivando. No pasa nada, me digo, no me voy a ahogar, nada de esto va a doler, y si duele, no dolerá a solas, puedo dormir si quiero, sólo tengo que estar así, mirando, palpando con los ojos el espacio de una habitación sin número en la puerta, sin cristal y sin horario de visitas, llamándome estúpida, e intentando, también, además, incluso, comprenderme.

lunes, 26 de septiembre de 2011

CINCUENTA Y CUATRO

Tengo que ir a la peluquería. Tengo que ir a la peluquería. Tengo que ir a la peluquería. Me lo repito como un mantra, en primera y tercera persona.
Tienes que ir a la peluquería. Tienes que ir a la peluquería. Tienes que ir a la peluquería. Me lo repito, cada día, cada tarde, una y otra vez. Tienes que ir a la peluquería.

Sería capaz de estudiar un curso de peluquería para no tener que ir, nunca más, a la peluquería.

Nunca me atrevo a confesar lo mucho que me cuesta ir a la peluquería. Un día un buen amigo me dijo que él tenía que beberse cuatro cervezas negras (lo dijo así, "negras") antes de ir a la peluquería.

Entonces supe que no estaba sola.

Pero de eso hace ya años. Ahora, necesito apoyo de nuevo.

O un güisqui doble.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

CINCUENTA Y TRES

1º de ESO:

Yo, caminando entre las mesas, me detengo al lado de J., a quien acabo de conocer (como a los demás) y del que me llama mucho la atención su letra:

- J., esa letra... No se entiende. Eso no puede ser, hay que mejorarlo...

Y J., que tiene once años y es simpático, listo, espabilado... deja de escribir y, suspirando, dice lo siguiente:

- Ya lo sé, profe... Pero es que llevo toda mi vida escribiendo así de mal...
- (...)

Después de hacerle ver que lleva menos años escribiendo que sin escribir, que está empezando a todo y, en definitiva, un diálogo asombroso acerca de la esperanza de vida de un hombre, los problemas de la resignación y las posibilidades y probabilidades de mejorar la caligrafía a lo largo de toda una vida... al alejarme, mientras me reía bajito, oigo que dice a mi espalda:

- Entonces, profe, ¿crees que a mi edad esto tiene solución?

lunes, 12 de septiembre de 2011

CINCUENTA Y DOS



Edimburgo.

Cosas "ciudadiles" que sorprenden (y no aparecen en las guías):

- Marquesinas autobuses: están al revés. No al revés de abajo a arriba, sino al revés de izquierda a derecha. Están hechas con la cabeza, de forma que, los coches, al pasar, no pueden mojarte.
- En las casas no hay cortinas. O no las usan. Ambas cosas son muy raras.
- Escoceses simpáticos, agradables, hospitalarios. No siempre esperan que pronuncies todo perfectamente.
- El traje escocés se llama kilt. Esto sí aparece en las guías. Y las tiendas que lo venden se llaman "Formal menswear". ¿A que mola?
- No hay un solo kilt, sino tantos como clanes hay en Escocia. Y eso significa "muchos, muchos". A cascoporro.
- En un primer paseo, parece que el mal de la globalización no ha llegado aún o no se ha completado (la ciudad conserva sus particularidades), pero hay una querencia generalizada, y extraña, por lo exótico: especialmente lo oriental. Escribo en un bar-café muy majo, moderno, pero junto a un tigre de porcelana, por ejemplo.
- Hay gente rara que habla español. Sin ser ellos nada de eso.
- Todo el rato parece que estemos dentro de un episodio de Little Britain. O en alguno de Fly with me.
- No sé qué pasa que lo veo todo a cuadros.
- Hemos visto judíos ortodoxos. Son siniestros. Sinistra people.
- También hay mucho turbante.
- Aquí la gente se reúne en todo tipo de cafés llamados por sus nombres favoritos para alienarse: "Youth cafe, Quaker cafe, Homeless cafe, Charity cafe"... Hay gente pa tó.
- Aquí hay cuáqueros. Parece un tipo de ánade, pero son seres que forman parte de una doctrina religiosa.



- Aquí hay mucha caridad o, al menos, obras de caridad.
- Mucha mayor conciencia hacia las personas sin recursos.
- Sólo hemos visto dos vagabundos.
- Quizá por eso haya mucha mayor conciencia...
- Polidori está harto de tener que mear en "abrevaderos", pues así son los baños masculinos.
- Innes no sabía qué excusa poner para cagarse en la St.Gilles Cathedral. Pero ha sido culpa de los italianos. Que por otro lado... ¿no va el Papa a cagarse a Madrid?
- Sólo hemos visto un Starbucks. Sólo un Pollo Frito (léase Kentucky Fried Chicken). Ningún McDonald´s . Los habrá, pero no se ven. Lo cual está muy bien pensado y se agradece.
- Misterio: ¿existe el café con leche en Escocia? No lo sabemos. Por el momento, cuando lo pides te miran con cara rara, rara, rara.
- En Edimburgo hay un castillo. Esto viene en las guías. Cierra pronto. Esto no viene en las guías.
- ¿Qué clima hace en la ciudad? Es evidente que el quieras. Hay chicas con abrigo y botas con borreguito, y chicas con vestido de verano y sandalias.
- A veces estas chicas van juntas.



- Tía, ¿qué te vas a poner hoy?
- Humm, el jersey de cuello vuelto, las medias tupidas y las botas para la nieve.
- Ah, qué guay, pues yo el vestido de tirantes y las sandalias romanas.
- Guay. Pero cógete un chal por si hace fresquito. ¿A las doce para comer?
- Venga.

- Hemos visto un tipo vestido de invierno riguroso de tobillo para arriba (anorak incluido) y chanclas de goma.
- Nuestro nivel de diálogo absurdo se perfecciona:

"- Messy es un macarra.
- ¿"Messy"? Messy es desordenado...
- Y macarra...".

- En la Catedral nos han dado una mini-guía en catalán. Aquí somos una minoría étnica protegida.
- Y atención, atención: en un pub bebiendo Guinness, la tele retransmite un partido de fútbol Madrid-Barça y... los lugareños van con el Barça. º_º. Sí, cabrones, sí, reconozco que me hizo ilusión. Poquita, eso sí, pero esbocé una leve sonrisa en la cara y pronuncié algo así como "of course"...
- Si quieres cenar, hazlo antes de las nueve y media de la noche. A partir de esa hora te miran como te mirarían en España si quieres cenar a la una o las dos de la mañana.
- El Festival de Teatro Internacional no hemos podido disfrutarlo porque no asistimos a ninguna representación en el teatro; pero el Fringe (el festival callejero) nos ha gustado mucho. Las compañías teatrales se exhiben como mejor saben en la Royal Mile, y creedme que algunas de las exhibiciones eran muy originales y creativas. Me parece una forma genial de promocionarse: durante la breve actuación repartían tarjetas y te explicaban dónde y cuándo actuaban. Todo tipo de teatro, para todo tipo de público.

- Edimburgo es una ciudad bonita, agradable, acogedora. Maravillosa, en conclusión.

Otro día hago un especial de cementerios escoceses.

Las fotos, gentileza de Polidori.

Las fotos, al completo, aquí. Y aquí. Y aquí. Son maravillosas, ya lo aviso.

jueves, 18 de agosto de 2011

CINCUENTA Y UNO


Innes in Scotland.








viernes, 12 de agosto de 2011

CINCUENTA

No se sabe cuánto pesa el tiempo. O cuánto tiempo pesa lo que sabemos.
Yo cada día peso menos. Sé menos. Sé más, pero sé menos. O sé menos, pero sé mejor. Pero cada vez menos. El tiempo pasa. El tiempo me puede, me usa de filtro, para pasar, pasar y dejar sus posos en mi frente, en mis pies, en mi estómago. Y también deja sus posos en vosotros, os he visto. En la palma de mis manos. El tiempo no le apresa a uno, le deja ir. Un día te sacude. Otro día te devora. Otro te mastica, te digiere; y al rato, te vomita. Él es Tiempo; tú, no eres nada. Apenas un instante, una pizca de materia cuyos plomos se han fundido.
Yo no sé lo que es el tiempo, pero existe. Un día puede convertirse en un maratón. Otro, sin embargo, tiro con arco: el lanzamiento de una flecha que, nunca, da en la diana; y a veces ni eso, a veces, sólo el sonido. O casi un gesto, un estornudo o un disparo sin puntería. La herida abierta de un antiguo dolor o la cicatriz que escuece y pica y no queremos rascar.
Apenas un segundo. O unas horas. ¿Qué mide eso, la cabeza o el reloj? Poco tiempo para domir. Mucho para esperar un milagro. No es mejor dormir que esperar un milagro de la primavera.
No quiero milagros, pero quisiera saber esperarlos.

¿De qué está hecho el cuerpo hacia dentro? ¿De tiempo? No. ¿De tiempo perdido? Quizá. ¿De células? Tampoco. El cuerpo hacia dentro está hecho de todo lo que no se puede tocar, de sangre. La sangre sólo está dentro. La mía es de muchos, la tengo en usufructo y algún día, agradecida, la devolveré.

Toda.

sábado, 6 de agosto de 2011

CUARENTA Y NUEVE

Lo decía Gil de Biedma, en “Amistad a lo largo”:

Pasan lentos los días
y muchas veces estuvimos solos.
Pero luego hay momentos felices
para dejarse ser en amistad.
Mirad:
somos nosotros.

Hemos tenido hoy un día de reencuentro con una de esas amistades a lo largo.

Nos hemos sentado en la terraza de los cines Luna. Es una terraza relativamente nueva, que forma parte del proyecto del ayuntamiento que consiste en montar un decorado general en esa zona para convertirla en lo que no es. A mí estos sitios ya me hacen desconfiar, porque vete tú a saber qué les importará a ellos si hacer las copas con alcohol o con lejía. Bien, pues lo he podido comprobar. Yo ya SÉ que es casi imposible que te hagan un buen mojito en un sitio en el que dicen que hacen mojitos. Ya lo sé. Pero aún así, y sobre todo en verano, no me rindo. Digamos que no pierdo la esperanza. Y después de preguntar si lo hacen (el mojito, lo otro ya sé que no) y, sobre todo, preguntar con qué ron lo hacen, me arriesgo. Pero esto, esto, no me había pasado nunca. El intercambio con la camarera ha sido el siguiente:


- ¿Qué va a tomar?
- ¿Hacen mojitos?
- Sí.
- Pues uno.
- Muy bien.
- Una pregunta... ¿Qué ron utilizan?
- Unnnn ronnnn... de... coctelería.
- ¿Perdón?
- Es un ron especial de coctelería.
- ¿Pero de qué marca?
- Es que... es un ron especial... - gesticulando- de coctelería.
- O sea, que no es ron.
- (Visiblemente molesta) Sí, es ron, claro, - y ya muy segura de sí misma - es un ron especial para coctelería. Se usa sólo en coctelería.
- Pues un gin-tonic, por favor.
- ¿De Beefeater?

No, de ginebra para coctelería, he pensado. Pero esto último no se lo he dicho. ¿Os imagináis que insisto?, les dije a mis amigos.

El gin-tonic lo ha traído sin rodajita de limón. Y se la he pedido. ¿A quién se le ocurre hacer un gin-tonic sin el limón? Supongo que también debe de ser propio del alcohol especial para el mundo de la coctelería. Ha traído un platito con cientos de rodajitas de limón.

Me pregunto por qué tantas.

Y yo lo sé.

A veces los demás también sufren asma por otros motivos: yo soy su Realidad.

Pues que lo sufran. Yo cada vez respiro mejor.

martes, 2 de agosto de 2011

CUARENTA Y OCHO

La noche pasa, y es así. Pasa. Cuando te acuestas miras el reloj que marca la una, la una y diez, la una y media... Apagas la luz de la lamparita. Al cabo de un rato, ya se sabe, el calor, enciendes la luz de la lamparita y miras el reloj, que marca las seis y media.

La noche ha pasado, definitivamente.

Y vuelves a apagar.

lunes, 25 de julio de 2011

CUARENTA Y SIETE

A veces quiero hacerme monje budista. Y me preocupa.

No es para menos, pues pensar en expulsar la ira a través de un ismo como cualquier hijo de vecino o primo de todos aquellos a los que nunca me he querido parecer es bastante bajo, "ruin, mezquino, cobarde", que dirían los finos. Pero luego pienso que tirarme varias horas al día sin hacer nada mirando la pared con la espalda recta y la cabeza rapada y los ojos cerrados sería la excusa perfecta para que de una puta vez la conciencia me dejara en paz:

"innes guarda la ropa, innes ordena los libros, innes ve a comprar, innes depílate, innes escribe, innes".

Coño: estoy meditando.

Nunca más tener que inventar excusas, nunca más tener que decir: hostias, he perdido el día entero. Y no me vale ya eso de "es que hay que saber aburrirse, no hacer nada es muy importante". Pues si de eso se trata, soy una maravillosa catedrática de la NADA. Eso sí, a ello llegué después de desarrollar el SER. Una se tira horas y horas contemplando la nada, mirando un rincón, el devenir de la gata y su estrés doméstico provocado por la angustia de no saber a) dónde dormir:

a1) en mi sofá
a2) en su banquito
a3) en el suelo

o b) cuándo comer y qué:

b1) pienso aburrido y seco
b2) carnecita jugosita a taquitos, marca Gourmet
b3) mouse de pescado salvaje, marca Gourmet (estas dos últimas dependerán de su subdueña, y de su nivel de empatía y compasión ese día),

la puesta de sol por la ventana, el vuelo de un mosquito en la habitación, las gotas de agua caer en la cara interna de la cortina de baño.

Es todo muy complicado. Ya me he perdido.

Ah, sí: una se tira horas y horas haciendo todo eso y diciéndose a la vez: "joer, nena, tendrías que hacer ALGO". Algo como qué, te preguntas. Poner una lavadora, por ejemplo. Ordenar armarios. Coser bajos de pantalones. Escribir una novela. No sé, algo que suene bien cuando tu madre te llama por teléfono y te pregunta cándidamente "Qué haces, hija". No vale decir "Escuchando música, mamá, y con muchas ganas de fumarme un porro, pero como ya no fumo... Ahora que si fumara, si yo fumara...". Ya sé que queda mal en cámara, pero es verdad que ya no fumo. No sé, aunque no fume, como un millón de veces a la semana me digo "Tienes que hacer algo serio, innesita". Y resulta que no, que ya lo estás haciendo, sólo que tienes que cambiar de postura y de perspectiva.

¿Quién no querría hacerse budista?

Y luego hay que reconocerlo, estamos atrapados en un samsara brutal. El nirvana no tiene tanta publicidad, pero hasta ahora la definición popular más ajustada que he encontrado ha sido algo así como un viaje por un pico de caballo. Claro, así cualquiera se intenta acercar al nirvana... Quita, quita, dices. Que te contagia no sé qué. Y se quita. Porque el nirvana es muy suyo, eso sí, si tú le dices: quita. Se quita. Eso dicen, no va a ir detrás. Qué va, tienes que correr tú mucho para alcanzarlo (tranquis, mirando la pared, aquí no suda ni dios), y ni así... Como el nirvana diga que no voy, es que no va. Y suele hacerlo, Pequeño Saltamontes, suele hacerlo...

Entonces, hablaba del samsara. El samsara, antes de que busquéis en la wiki, viene a ser algo muy chungo de lo que hay que liberarse. Algo así como una multa de tráfico o un troll o spam en tu bandeja de entrada pero que no te lo quitas ni pagando.

Todos sabéis del grado de sabiduría y paciencia de la que hay que hacer gala para soportar Windows, por ejemplo. Bien, pues el samsara sería Bill Gates y Macintosh el nirvana.

Todo hay que hacerlo con mucho incienso, y en silencio. No vale ponerse Portishead a todo trapo de fondo creyendo que es un mantra. No, eso no vale. En ese caso no estaremos meditando sino disfrutando como conejas. (Uy, lo que he dicho).



He dicho cabeza rapada. Siempre he sentido mucha curiosidad por esas bolas de billar. Pues hoy me he enterado del significado del hecho "en se y per se" (que diría mi querido Rubianes). Sabía yo que por algo tenía que ser eso de afeitarse la cabeza, y no sólo para disimular calvicie y canas. Que oye, por otro lado, eso ya me sería muy útil (por las canas, ¿en qué estáis pensando, mamones?). Pues bien, cortar el pelo al ras viene a simbolizar cortar con las ilusiones.

Quietos, no os entusiasméis, que al revés no funciona: las ilusiones no son un crecepelos.

Cómo son estos budistas. Si es que al final hay que darles la razón, ¿qué es lo primero que hacemos cuando las ilusiones se suicidan?

Pues cambiar de planes, sí. Pero entre el cambio y los planes, te pegas una rapadita. Y hablando de cambio de planes: llevo muchos días queriendo hacer una comida/cena japo (estoy dispuesta a dejar la meditación para matar pescado con los dientes) y no puedo cumplir mis deseos (samsara, samsara) porque no encuentro salmón congelado en condiciones. Ya, ya sé que en el Día venden y también en La Sirena, pero he dicho "en condiciones". Quiero comprar un **** salmón rico y jugoso, casi vivo y casi coleando, para comérmelo crudo y fresquito. Pues nada, hay un complot en la ciudad para que ningún gran súpermercado (menos súper que nunca) tenga salmón congelado en condiciones. Y esta tarde pensaba... Con este panorama...

¿Me rapo la cabeza? ¿O no hace falta?

Y luego las cosas que están pasando este verano son raras: allí donde viven los salmones un tipo se ha cargado a casi cien personas (que se dice pronto, pero pensad en los cuerpos uno a uno, y ponedles cara y nombre e identidad y familia, e historia), así, como si nada, y el país asombrado y tal, que cómo puede ser, que estas cosas aquí no pasan, que donde los salmones es donde mejor se vive... Pues sí, será, será. Será el samsara.

Bien decía Lou Reed en "Blue in the face": "A la gente le da miedo venir a Nueva York. A mí me da miedo salir. La gente se va... a Noruega... ¿? ¿Qué coño pasa en Noruega, qué hacen? ¿Comer salmón?". Ya te digo, Lou, hay cosas que dan miedo incluso meditando. Al menos en Nueva York la poli lleva armas, y uno está mucho más tranquilo, no "joden el sistema". Y eso.

Están pasando cosas raras, y más que tienen que pasar. Y las más raras son las que aún no han pasado.

Estoy pensando, a veces tengo ganas, me tienta, me seduce, me pone... la idea de hacerme monje budista. Y mirar las paredes de mi casa sin pensar en que tengo que pintar - uf, odio pintar - bueno, para eso está Polidori, que le gusta - uf, no, pero no sería justo, si lo hace él tengo que ayudar - pero qué pereza - comprar la pintura, retirar los muebles, pintar - uf, sí - bueno, da igual ommm -, y cosas peores, sí, si yo os contara, sin llegar a eso, centrarme en la pared y la respiración, pensar y no pensar, pensar y no pensar, seré un monje budista. Pero de los que visten de negro y son más recios. Si nos ponemos, nada de endulzamientos o vaselina. Hasta el fondo y enterita sin pestañear.

Aunque no lo parezca, yo leo. Y es cierto que me estoy planteando muy seriamente mandaros a todos a la mierda, con la conciencia tranquila.

En la posición del loto, naturalmente.





Y a ti también, qué se que estás ahí, aunque no digas nada, nunca. ;-)

jueves, 21 de julio de 2011

CUARENTA Y SEIS

Respecto a lo llamado "violencia de género"... ¿A quién hay que educar?

A los hombres...

¿O a las mujeres?


Empiezo a tener serias dudas.

miércoles, 13 de julio de 2011

CUARENTA Y CINCO

La Comunidad de Madrid ha vetado una campaña a favor del uso del preservativo porque "puede herir la sensibilidad de un sector de la población". La campaña (todo hay que decirlo) es de los cristianos "disidentes" que han tenido algún orgasmo en su vida y han pensado que bueno, que un poquito con condón, que vale, que no pasa nada. El texto de la campaña dice así:

"Creemos en Dios.
Creemos que el sexo es sagrado.
Creemos en cuidar el uno al otro.
Creemos en el uso del condón."

Estas cosas, en parte, me gustan. Porque pienso que si hoy vetan esto porque pueda herir la sensibilidad de la población, quizá, algún día veten el uso de pantalones pesqueros con chanclas. O el uso de bermudas en el trabajo. O tantas otras cosas hirientes. Esta lista no ha hecho más que empezar.

Venenito XVI viene en agosto. Podríamos aprovechar para detenerlo y acusarlo de crímenes contra la humanidad.

¿Ah, no?

Vaya.

Dadme el ventolín.

miércoles, 6 de julio de 2011

CUARENTA Y CUATRO

La realidad es un montón de cosas que a nadie le interesa. Es una segunda piel. Una distancia insalvable entre ella y el deseo que, también, es real. Es esperar a que haga efecto la pastilla. No sé qué pastilla, cuál de ellas, la blanca, la azul, la roja, la amarilla. No sé, la última.

Es una tercera piel, la más cruel, la más profunda. Y una cuarta.

La realidad es controlar siempre la hemorragia. No saber cuándo es normal, cuándo no lo es. Tener miedo a dormir, tener miedo a no dormir.

La realidad también eres tú, es tu piel. Mi segunda piel. Mi quinta. Y luego hay otra que está más allá de ti y de mí, en algún lugar donde no habita el olvido. En algún lugar que nos une sin ser esa unión un compromiso tangible. Nunca lo ha sido. Sólo tenemos el compromiso de la certeza, de la sangre, el vínculo inquebrantable de la complicidad.

Un lugar que nos une, que también es real, pero sólo aquí, en nuestros ojos echados hacia atrás, en nuestros corazones y estómagos, un lugar que nos une al que no sabemos darle nombre.

Debería tenerlo, porque es verdad que es real, que fue real, aunque esté hecho de recuerdos y de la materia de la que están hechos los sueños, muy real.
También produjo asma. Tan real.

miércoles, 22 de junio de 2011

CUARENTA Y TRES

Me gustaría

volver

a

la realidad.

domingo, 22 de mayo de 2011

CUARENTA Y DOS

Votamos como nunca.

Perdimos como siempre.

O peor.


Me escuece esto, pero como dicen en "El nombre de la rosa":

Qué tiempos nos ha tocado vivir...

jueves, 19 de mayo de 2011

CUARENTA Y UNO

Y tú te irás.

Y se quedarán los pájaros cantando.

lunes, 9 de mayo de 2011

CUARENTA

A ver, que alguien me explique, por favor, lo siguiente:

Situación:

Sierra de Guadarrama. Camino para llegar a la Laguna Grande de Peñalara. Domingo. Día primaveral. Temperatura agradable. Sol. Verde y vacuno está el valle. Ruta de unos 60 minutos con un desnivel irrisorio. Fácil y muy accesible incluso para asmáticos.

Fauna: vacas (preciosas) y decenas de individuos jóvenes ataviados con bastones de montaña (seguramente tendrán un nombre especial que desconozco, no lo dudo), mallas, gafas para la nieve, mochilas del tamaño de un autobús (¡llenas!), sudor, mucho sudor... y, no lo vi, pero me juego un meñique a que también había brújulas.

Pues bien, necesito que alguien me explique lo siguiente...

¿Por qué?

¿A dónde van así? ¿De verdad es necesario ir con bastones para caminar por lo llano en la montaña? Y, sobre todo, me mata la curiosidad... En una zona en la que no se puede acampar, ¿qué llevan en la mochila?

Alguno logró asustarme y hacerme creer que, al final del camino, estaría obligada a escalar el Everest o algo peor. Pero no, había cuatro o cinco piedras en las que tuve que apretar el culo, pero poco más, y ningún movimiento que con unos pantalones vaqueros no pudiera hacer.

Por favor, alguna explicación... porque la gente es la risión, algo debo de estar perdiéndome, y el asma me asfixia más -si cabe- a dos mil metros de altura.

sábado, 7 de mayo de 2011

TREINTA Y NUEVE

Instrucciones para dormir:

Paso uno: Cerrar los ojos.
Paso dos: Respirar.
Paso tres: Hacer las dos cosas a la vez.
Paso cuatro: Esperar. Esperar. Esperar.
Paso cinco: Simultaneidad del paso uno, dos, tres y cuatro.
Paso seis: (...)

No hay paso seis. Ya deberíais estar dormidos.
Si esto no es así, daos un golpe seco en la cabeza.
Ya.

miércoles, 4 de mayo de 2011

TREINTA Y NUEVE

Después de dormir uno ya está preparado para afrontar cualquier cosa. Otra noche de insomnio, por ejemplo.

martes, 3 de mayo de 2011

TREINTA Y OCHO

Lo bueno de un día sin haber dormido nada la noche anterior es que no te enteras muy bien de lo que pasa.
Lo malo es que tienes pesadillas.

lunes, 2 de mayo de 2011

TREINTA Y SIETE

Lo malo de una noche de insomnio es que no duermes.
Lo bueno es que no tienes pesadillas.

lunes, 25 de abril de 2011

TREINTA Y SEIS

Y qué que no llegue. Cómo llegar con toda esta maraña de cosas. Con esta especie de telaraña viscosa frente a mí. Con este montón de cubos y bidones tirados a mis pies. Y yo en patines. Cómo llegar con el suelo brillante, no de luz, sino de aceite. Cómo moverse y llegar, o escribir, aunque sólo sea para escribir que no se llega. Cómo cuadrar los pies y coordinar los movimientos de cadera. Cómo ordenar los afectos y las iras a lo largo del día. Cómo llegar, aunque sea mal.
Cómo detenerse e impedir la velocidad, si no de movimiento, al menos sí del resquebrajamiento de mis huesos. Uno por uno, a poder ser.
No es que quiera llorar. Porque no quiero. A una la hicieron de hierro, pero todo cede a cierta temperatura. Y hasta las lágrimas te huelen mal. Y el estado líquido es mucho más resbaladizo que el gaseoso. Menos práctico para mantenerse firme en algún sitio sin escurrirte por entre las manos de quien sea. Si pudieran ser las tuyas, no me importaría. Y desaparecer.
Además, llegados a cierto punto, descubres que, al fin y al cabo, eres de aleación.
Y esa era toda tu pureza.

Cualquiera se pone a escribir...

viernes, 8 de abril de 2011

TREINTA Y CINCO

Y tras el Caos, cansados, los dioses dijeron una vez: "Ahora vamos a hacer algo bien".

E inventaron el mar.

martes, 5 de abril de 2011

TREINTA Y CUATRO

Sacarles los ojos con las uñas. Arrancarles las uñas de los pies. Atravesarles los pies con estacas. Meterles estacas por el culo. Empalarles. Violar a sus hijos. Arrancarles los párpados con cortaúñas. Desmembrarles. Astillarles. Deshidratarles. Sacrificar a sus mascotas. Vomitar toda la sangre en sus bocas.
Escupirles a la cara.
Desollarles. Romperles los huesos de las manos. Aplastarles las rodillas. Extraer su intestino lentamente. Arrancar las cabezas de sus troncos.
...
Gracias. Ya estoy más tranquila.

TREINTA Y TRES

Muy aficionada a escuchar un programa de radio en el que la gente llama para hablar con tarotistas/consejeras/videntes. Los temas son, casi siempre, los siguientes:

Amor.
Trabajo.
Salud.

En primer lugar, el amor. Luego el trabajo y pocas veces, las menos, la salud.
Llevo ya bastante tiempo escuchándolo y, pasado el asombro inicial, me he acostumbrado incluso a las videntes y tengo a mis favoritas. Pasado el asombro inicial, olvido que se trata de una estafa denunciable y me he sorprendido a mí misma queriendo llamar para preguntar algunas cosas como si fuera las Páginas Amarillas.
Todo parece tan fácil.
Una Chica joven llama. Pregunta lo que siente por ella Fulanito y si éste la va a llamar, pues está sufriendo mucho. La consejera le dice que por supuesto, que muy pronto va a recibir noticias de él: una llamada en la que querrá confesarle su amor y querrá verla, tendrán un encuentro él vendrá con cambios y las cosas sucederán despacio, de forma memorable, adulta y tierna a la vez, y a color. Ella se lo cree y se despide contenta, satisfecha, tranquila.
Una Señora mayor llama. Pregunta por la salud de su madre de 85 años. Le dicen que está bien y que va a vivir todavía muchos años. La señora se lo cree y se despide contenta, satisfecha, tranquila.
Un hombre llama. Pregunta si va a encontrar pareja porque la soledad le atenaza. Le dicen que muy pronto va a aparecer una mujer perfecta para él y que todo va a ser maravilloso. Él se lo cree, y se despide contento, satisfecho, tranquilo y casi ya enamorado.

¿Acaso no es para llamar deseando que te mientan?

miércoles, 23 de marzo de 2011

TREINTA Y DOS

Hay días en que uno se siente desintegrado. Fundición absoluta.
Sin materia, sin solidez, sin cabeza, sin nada.
Puñado de átomos que buscan la explosión total, definitiva.

martes, 22 de marzo de 2011

TREINTA Y UNO

La medianoche dura sólo un minuto.
Todo lo que se le atribuye dura sólo un minuto.
00:00
Medianoche. La hora bruja, decían en un programa de radio. Pues bien, resulta que la hora bruja no es una hora, sino un minuto.
Pero es tiempo suficiente para levantarse y mirarse al espejo. Tiempo suficiente para no reconocerse en él; tiempo suficiente para despertar, aunque no para dormirse.
Tiempo suficiente para romper ese espejo. Para cortarse con él. Para no querer seguir.
Y para no recordar nada a la mañana siguiente, para eso, también es tiempo suficiente.
Para echar la vista atrás, para gritar.
Para callar y no volver a hablar nunca, jamás, o volver a hacerlo al día siguiente, pero sin ganas, sin convencimiento, sin papel.
Es tiempo suficiente para reír, pero no para llorar.
Para almacenar recuerdos como losas en el corazón no es tiempo suficiente, requeriríamos de un minuto más.
Es tiempo suficiente para caer los párpados.
Y para replegar uno por uno, como lápidas antiguas, todos y cada uno de los deseos que pesan, y asfixian, y ahogan, sobra tiempo.
Para respirar es tiempo suficiente. Pero no para ahogarse.
Es tiempo suficiente para emborracharse, pero no para beber.
Tiempo más que suficiente para cuestionarse, entrar en caída libre, dudar, resbalar, desplomarse y no querer levantarse más por miedo a la humillación de la caída.
Más que suficiente.

domingo, 20 de marzo de 2011

TREINTA

Hay días en que la vida parece amable, con lo hijoputa que es.

martes, 15 de marzo de 2011

VEINTINUEVE

Una de las cosas que más asma me produce en la ciudad de Madrid no es la polución, sino los taxistas.

viernes, 11 de marzo de 2011

VEINTIOCHO

Mutua. Sala de espera.

- ¿Y tú... por qué estás aquí?
- (Yo, sorprendida) Por cuestiones... médicas.
- Ah, claro.
- (sonrisa)
- Es que a mí me operaron...
- Ya, la he oído antes, lo ha contado dos veces.
- ...de la mano. Y claro, te llaman aquí, ¿para qué? Ya quisiera yo poder trabajar, pero es que me lo ha dicho el cirujano que no puedo trabajar, ¿sabrán ellos más que un cirujano? No, ¿no?
- Depende de lo que sepa el cirujano.
- Se creerán que no tengo otra cosa que hacer.
- Eso seguro.
- Pues la que iba delante de ti ya se ha ido, la he visto pasar.
- Ya.
- Pues...
- (sonrisa)
- Es que ya se ha ido.
- Lo sé.
- Pues entra y pregunta, porque la que iba delante de ti ya se ha ido.
- Señora, si no le importa, no me diga lo que tengo que hacer.
- Uyyyyy, mira, usted perdone. Yo lo decía por ti, que ya se ha ido la que iba delante de ti.

Señor, llévame pronto...

martes, 8 de marzo de 2011

VEINTISIETE

Yo soy de la primera generación en la que se llevó a la práctica la inmersión lingüística. Me cogieron de los tobillos al nacer y me sumergieron, así hasta que acabé COU. Y luego dos sumergidas más en la facultad, entre estertores y sofocos. Lo consiguieron.
La única parte de mi cuerpo que habla ahora catalán son los tobillos.

domingo, 6 de marzo de 2011

VEINTISÉIS

Hay algo en mí, que me impide ser yo. Y le estoy agradecida. Hay algo en mí, una fuerza, un impulso, una energía que se ataca a sí misma, que me impide ser yo, que se autodestruye o se autoinventa en formas poco deseadas. Sin embargo, siendo yo más yo que nunca, reniego del yoísmo porque también eso es un lastre. El yoísmo no es más que un puñado de expectativas podridas de la infancia, o de la juventud, los sueños distorsionados que alguna vez tuvimos y a los que no nos pudimos dedicar por falta de tiempo y ganas o vete tú a saber. Y qué necesidad, la realidad era mucho más interesante, y una forma igual de lícita de cumplir sueños: vivir. No hay más sueño que ese, al final, y lo hacemos cada día (algunos), como mejor podemos, enredados en un manto de niebla que nunca nos deja ver, y vamos sin ayuda y con vergüenza de pedirla, dando tumbos, pero enderezándonos de forma digna al respirar. No todos pueden decir lo mismo. César Vallejo escupía versos contra los auténticos zombis: "Estáis muertos".
"Estáis muertos", decía. Los domingos desde hace unos meses me entristecen más que nunca. Y yo que creía que eso no era posible. Son tantas cosas las que creía y ya no creo.
Estoy convaleciente, pero aún así creo que vivo mucho más que los que imagino paseando por la calle. No lo digo con orgullo porque vivir duele. Pero el instante adquiere en mí más consistencia que su vida entera en todos ellos.
Hay que reinventarse cada día, pedir al yo que no nos deje ser nosotros. Que nos lo impida. Que nos insulte, que nos rete, que nos pelee. Que nunca lleguemos a creer que somos dueños de un mañana, que podemos hacer planes, que podemos descansar.
Vivir, sin ser yo, quizá es la única manera que tengo de ser yo misma. He aprendido que uno no es dueño de su silencio, sino de su miedo, y poco más. Vivir, no hay sueños, no hay zanahoria al final del cordel, no hay premios, sólo hay camino.
A veces tuve sed, y la fortuna de que me dieran agua.

viernes, 4 de marzo de 2011

VEINTICINCO

No hay nada como otra noche en el hospital para bendecir tu cama, tu almohada, tus sábanas, tu mesita de noche, tus zapatillas, tu colchón... y tus ronquidos.

jueves, 3 de marzo de 2011

VEINTICUATRO

Tenía la esperanza de que el Carnaval este año se me hubiera pasado sin darme cuenta. Pero no, por lo visto se celebra ahora.

martes, 1 de marzo de 2011

VEINTITRÉS

No es verdad que el dolor nos hace más fuertes y mejores.
El dolor es un bicho que se te mete dentro contra el que tienes que luchar para que no te amargue ni te resienta.
El dolor es una bacteria. No te hace ni más fuerte, ni mejor. Eso es una estupidez que inventó alguien para vender desgracias. O que inventó un cura. El que siente dolor, sabe la verdad. Sabe que éste no te agranda, te empequeñece. Sabe que no te envalentona, te acobarda. Sabe que no te fortalece, te debilita. Sabe que ni mucho menos te hace mejor, sino peor y más, mucho más vulnerable.
El dolor puede hacerte desear dolor a los demás, sólo por buscar compañía.
Es la risa la que nos hace fuertes, la que nos hace mejores y, sobre todo, la que nos hace libres. Libres de verdad.
Lo que mola es el placer. Lo que me hace fuerte es el placer. Lo que me ha hecho mejor en mi vida es el placer, no el dolor.
Cada vez que alguien me dice que el dolor nos hace mejores y más fuertes, me dan escalofríos. Porque pienso: o bien que esa persona no ha sufrido, o bien que quiere que sufra yo.

lunes, 28 de febrero de 2011

VEINTIDÓS

Ya son las once de la mañana, dicen en la radio.
Hoy he salido a la calle a las ocho y media y me ha sorprendido que estuviera todo puesto.
Ha estado lloviendo y ahora sale el sol. Esto es de locos. Pero así es siempre todo, impredecible.
Me cuesta escribir. Y me digo que si me cuesta escribir tengo que escribir que me cuesta escribir. Pero a mí eso siempre me ha parecido estúpido. Constatar que no puedes escribir para constatar que sabes escribir. Eso es lo que hacen los niños. Claro que siempre es mejor hacer lo que hacen los niños que lo que hacen los adultos (bueno, casi siempre). Me caen mal los adultos. Aunque también me caen muy mal algunos niños.
Para escribir tengo que olvidarme de todo.
Pero todo parece que esté aquí, presente. Y a la vez está todo fuera de mí.
Ocurre todo a mi lado. Pero yo no participo de nada.
A veces, si acaso, noto algún sabor, algún olor, un sonido. Algo que me recuerda que estoy viva, que me pone en el camino, que me anima a andar.
El tacto suave del lomo de la gata al sol.
Pero desconozco si esas sensaciones vienen de mí o me las invento porque las recuerdo.
Si pongo la mano al fuego, la aparto rápido, pero no sé si es un acto reflejo o me quemo de verdad.
El tacto suave del lomo de la gata, ¿será lo mismo?
Y... ¿todo lo demás?



sábado, 26 de febrero de 2011

VEINTIUNO

Los de enfrente bajan las persianas de golpe, y sólo son las seis de la tarde. Brilla un sol hermoso aún a pesar de las fechas que corren. Bajan las persianas como si se avecinara un ataque zombi, y yo me pregunto por qué.
Todo está quieto y tranquilo. A veces parece incluso todo en orden.
Toda la tristeza que me consume, se vuelve a veces serenidad.
Algún coche pasa por la calle, despacio. Los estores hacen clinc clinc en los marcos de mis ventanas, porque yo estoy expuesta. Sin embargo, persianas, cortinas, todo corrido en sus casas. Incluso el hombre que saca el cuerpo para fumar, se preocupa de dejar muy bien puesta la cortina en su espalda para que nada de dentro se vea, y la persiana a la altura de su cabeza. A veces me pregunto si es que decoran sus casas con cadáveres momificados, o algo así; o es que tienen algún Rothko decorando las paredes del salón de sus casas (por lo que por mí podrían estar tranquilos), justo por encima del torito y la sevillana. No hay vida más allá. Se esconden. Hasta la vecinilla del bajo se ha ocultado hoy... Una vez, en un bloque que queda un poco más lejos, pero también frente a mi casa, vi un hombre trabajar en un escritorio bajo la luz de un flexo. Supuse que corregía o estudiaba. Levantó la cabeza de los papeles, me vio mirarle a lo lejos, bajó el estor y nunca, nunca más he vuelto a verle.
No lo entiendo.
¿Tan asustados estamos? ¿Tan metidos en la cueva que no dejamos ni siquiera que nos vean estar a salvo?
He visto a mucha gente escribir en sus casas mientras pensaban que nadie les veía. Quizá piensen que soy de la Policía del Pensamiento. Y qué va, soy una víctima, como ellos.

viernes, 25 de febrero de 2011

VEINTE

Un día tuve un ataque de asma Real porque mis pulmones estaban muy muy malitos. Y me dieron Ventolín. Y yo, a pesar de todo, sonreí. "Vaya, así que esto va en serio, por fin nos vemos, ¿dónde estabas sin mí, Ventolín mío?". ¿No tiene guasa todo? Y me dieron Ventolín, y me dijeron:

- Aspira como si fumaras. Espira.

Quién pudiera. Quién pudiera.
Curiosa forma de explicar el uso de este medicamento.
Todo lo demás, no sé explicarlo.

Si tuviera uno, lo usaría a menudo. Relaja.

Todo en esta vida, estuve a punto de perderlo. Todo, el amor, el odio, los recuerdos, las horas de soledad, las infinitas lecturas, las risas, la ilusión, el humor, las imágenes una vez vistas envueltas en un halo de luz: una mirada, una mano que se introduce en un pantalón, el perfil de la persona amada, la caricia que te erizó la piel, unas palabras escritas por alguien que ya está muerto, la infancia, un par de fotos que te miran, las lágrimas, las olas del mar al caer sol, el mar infinito, una música, la primera herida, algunos besos, la humedad de su lengua, todos esos recuerdos que, de una sola vez, nos acompañarán siempre vayamos a donde vayamos, menos a la muerte. A la que vamos solos.

La secuencia es "expira, inspira", y no al revés.

jueves, 24 de febrero de 2011

DIECINUEVE

El sol ofende. Cuando las ausencias pesan más que las presencias, y el pálpito de los días y las horas es lento, mecánico, indiferente, las carencias son lo único que dan la cara. Todo funciona igual sin ti. E igual de bien que el mecanismo de un reloj. Pensabas que ya nada iba a ser igual, y lo doloroso es que sí lo es. No importa todo lo que tengas, que sí importa. Pero no importa. Luce el sol y tú podrías no estar, quizá no estés y lo que contemplas es sólo la película muda titulada Lo que el viento no se pudo llevar, como el chiste. Todo aquello de lo que tu memoria ya no va a participar. Luce el sol, la ciudad está dolorosamente hermosa, los turistas se agolpan como siempre en el Museo del Prado y decenas de estudiantes broncean su piel en su día de salida cultural. Luce el sol, la primavera se ha adelantado, te preguntas por qué carajo, coño, joder, no hace frío como en tu corazón. Acto seguido te insultas por no tener la capacidad para inventar una imagen menos pringosa y cursi que esa. Brilla el sol, tienes la oportunidad de contemplar el paisaje urbano en un prosaico y liviano día de invierno, como una señorita que sale a tomar el té, con sus guantes y su sombrerito, displicente, desde un taxi. Si alguien te viera, no vería nada. Unas gafas de sol e insomnio común. No vemos la tragedia que lucha por no llegar nunca a escenificarse en esos transeúntes, tranquilos, despreocupados, aparentemente con rumbo. ¿A dónde irán? Cielos, ¿a dónde es que se dirigen? Luce el sol, un día magnífico para un asesinato del tipo "nadie lo esperaba, era una chica normal", uno de esos días en los que de un momento a otro puede haber un atentado, un terremoto, un tsunami, un ataque alienígena. Pero nada de eso pasa nunca. Casi nunca. La tragedia está en nosotros. En aquél que espera el semáforo verde para cruzar. En ésa que camina tan conjuntada. En ése, en el de la moto, ¿no le ves los ojos dentro del casco? En éste que me mira desde su BMW 4x4. En mí. Si no les ha alcanzado el tsunami, ya les alcanzará. No os asustéis; el problema es que sobrevives. Un día magnífico para frivolizar. No importa que el dinero que lleves en el bolsillo te alcance para rellenar tontamente esos ¿huecos? no, esas simas en el espíritu que dejaron el último meteorito de dios -era un regalo, pero no apuntó bien- en las que hay eco y sólo te oyes ya a ti misma repetir una y otra vez las mismas palabras una y otra vez, las mismas palabras, como si tú misma fueras ya única y solamante eso, y bien sabes que no es verdad, que eres muchas otras cosa aparte del dolor, pero de tantas veces darle a rebobinar te sabes el guión de memoria y lamentas que estés confundiéndolo con tu propia vida... Tratas por una vez ser superficial de verdad y en lugar de comprarle a tu novio una Triumph optas por una opción más de tu clase social y constatas que no está mal el futuro inmediato, pues en este preciso momento no sientes dolor (físico) y el dinero que llevas te alcanza para
a) pagar un desayuno con zumo de naranja natural, que ya es decir.
b) pagar un taxi de vuelta a casa, que ya es decir.
c) comprar una nueva falda o
d) aquellos zapatos que te gustaron o
e) el libro de dibujos infantiles tan bonito pero tan caro o
f) ese DVD o simplemente
g) la posibilidad de algo (eso es gratis).

Cuando algo te falta, lo demás se cae porque no existe.
Decía Federico Luppi en una película que un fantasma es una ausencia. Yo tengo muchos fantasmas en mi vida. Pero los dos últimos, los dos últimos, están pesando más que nada, más que nadie.

martes, 22 de febrero de 2011

DIECIOCHO

De los hospitales te vas siempre con la sensación de que huyes de algo, de que si no te das prisa en salir no te van a dejar ir; pero cada vez que te giras inquieto por los pasillos, asustado, acelerando el paso, pensando sólo en llegar a la puerta y cruzarla... te das cuenta de algo inquietante y curioso: nadie te persigue.

lunes, 21 de febrero de 2011

DIECISIETE

Si algo me gusta de vivir frente a otro bloque de pisos (con la debida distancia y altura) es ver a la gente hacer vida en sus casas. Observando usos y costumbres, deduzco un sinfín de cosas acerca de sus vidas, de sus historias, de sus alegrías y tristezas. A la vez, saber que frente a mí puede haber alguien que hace lo mismo que yo, y de esta forma ser yo un personaje inventado por alguien al otro lado, me hace gracia. Aunque creo que paso tanto tiempo en la ventana que no haber visto ya a alguien observándome me hace perder la esperanza de ser un personaje más.
La chica del bajo, por ejemplo. Tiene dos ventanas que dan a la calle y casi siempre están abiertas. Aunque haga mucho, mucho frío. Es joven, de unos treinta o treinta y cinco años. Vive sola y ha colgado una cortina azul y otra de color naranja en cada una de las ventanas. Las cortinas son transparentes, brillantes, de unos almacenes suecos que todos conocemos. Son cortinas que en su momento yo descarté por brillantes. A ella le han gustado. Pasa las horas frente al ordenador, con el messenger de hotmail abierto. Colecciona latas vacías en la ventana y una plantita más muerta que la mía, que ya es decir. A veces tiene ropa interior en un tendedero pequeñito que cuelga también en la ventana, pero hacia dentro. A veces se pasea en bragas y camiseta por casa. Está gordita y no me parece atractiva, pero me pregunto si se imagina que alguien la está observando. Imagino que sí, y eso la hace atractiva, pero poco. La semana pasada estuvo de viaje porque no encendió las luces ni un día en ningún momento. Me tuvo preocupada, ¿y si le ha pasado algo? Este fin de semana, por primera vez, ha bajado las persianas casi hasta abajo. ¿Habrá follado? Imagino que sí. De vez en cuando sale los viernes, o los sábados. Lo que el salario la permite, supongo. Quedará con amigas, con algún amante del que esté más enamorada ella que él. Llega tarde del trabajo y, en días como hoy, por ejemplo, aún no ha llegado. A veces la aconsejo en voz baja ("no te acuestes tan tarde", "ese chico no te conviene") y a veces imagino que me aconseja ella a mí ("pues anda que tú", "deja ya de mirar por la ventana"). En cierto modo la quiero, porque es una presencia muy poco molesta y porque me transmite soledad, y esa soledad me recuerda a mí.
Aunque no tengamos nada que ver, salvo las ventanas abiertas pese al frío, o precisamente por eso. Este frío que no se va.

viernes, 18 de febrero de 2011

DIECISÉIS

A veces la vida llega, te saluda, te da los buenos días y tal, te hace un masajito, te invita a una copa, te seduce, te la quieres follar... y justo en ese momento se ríe, se viste, recoge sus cosas, te destroza, te deja temblando, te pasa por encima y se va.

jueves, 3 de febrero de 2011

QUINCE

COSAS DE LA COTIDIANIDAD...

El día anterior a un intervención quirúrgica, tuve que tomar un Orfidal por recomendación médica. Fue una operación a la que ya me había sometido hacía unos meses, y para aquella ocasión no tomé nada. La segunda vez, por aquello de poder ir más tranquila, quise arriesgar...Y a pesar de ser muy reacia a la toma de este tipo de drogas, me lo tomé como una aventurilla que lo mismo hasta me gustaba y me zombificaba un poco, lo cual es de agradecer. Claro que como la antestesia no hay nada y yo la esperaba con ansiedad e ilusión: pon un anestesista en tu vida y sé feliz.

Situación uno. En la cama:

- Me he tomado un Orfidal.
- ¿Y...?
- (...)
- ¿?
- Dice el prospecto que te insensibiliza.
- Qué suerte.
- Cielos, creo que funciona.
- ¿En serio?
- Sí, ya no te quiero.
- Ah, bueno.

Al cabo de un rato. En la cama también:

- Me he tomado un Orfidal.
- ¿Y...?
- No siento nada en especial...
- ...

- (Sorprendida) Bueno, supongo que de eso se trata.

Me dormí, como me duermo siempre. Al día siguiente, antes de la operación, estaba exactamente igual. Por la mañana, al levantarme, exactamente igual.

Y esa fue toda mi experiencia orfidálica. He fumado porros mucho mejores, dónde va a parar. Otro día cuento mi experiencia con el famoso Lexatín, que dormirme no me dormía, pero pararme el corazón hasta necesitar adrenalina, ¡sí!

miércoles, 2 de febrero de 2011

CATORCE

Y EL ASMA PUBLICITARIO...

El otro día andaba yo haciendo cosas por casa cuando oí salir del televisor una voz que anunciaba gafas. Yo antes usaba gafas. Quiero decir, siempre. Ahora las uso pero sólo de noche, después de quitarme las (benditas) lentillas. "Lentes de contacto", como las llaman insistentemente en las ópticas; siempre me he preguntado qué tendrán en contra de la palabra "lentilla". El caso es que oí esa voz haciendo publicidad de no sé qué marca de gafas, y decía lo siguiente:

"Cambia tus gafas y cambiarás tu look, tu estilo... y hasta tu personalidad".

Me llamó la atención, la verdad. Lamenté incluso haber dejado de lado mis gafas para poder cambiarlas.
Hostias, me dije, a ver si va a ser que la gente no quiere cambiar de personalidad por divertimento sino por hastío.
¿Quiere la gente cambiar de personalidad? Algunos deberían, pero no quieren. Otros quieren, pero no pueden.
Sea como fuere, ahora estoy tranquila (cof, cof) sabiendo que regalando un nuevo par de gafas regalo un nuevo pack de personalidad quita y pon.
Venga, va, ¿os imagináis la reunión de los publicistas antes de dar el visto bueno a ese eslogan?

- Cambia de gafas: cambia de personalidad.
- Mmm, demasiado suave.
- ¿Te odias, no te soportas, eres repugnante, inseguro, demasiado ingenuo quizá, desesperado? ¡Cambia de gafas!
- Mmm, demasiado agresivo.
- Blando.
- Demasiado agresivo.
- Bien, cambia eso por la palabra "estilo" y "look".
- Hecho.
Y el becario:
- Pero... ¿la gente querrá cambiar de personalidad?
- ¿Cómo no van a querer cambiar de personalidad?
- Hombre...
- Y que más da, lo que importa es que cambien de gafas.

El caso es que no recuerdo qué marca de gafas anunciaban. Así que no podré cambiarlas.
Las gafas, digo. La personalidad, si la tuviera, no la cambiaría.

domingo, 23 de enero de 2011

TRECE

La cena japonesa de ayer a la que me invitó Polidori estaba tan escandalosamente buena que a punto estuve de juntar las manos mirando al cielo poner los ojos en blanco y bendecir la mesa y dar gracias al Señor por estos alimentos y en especial los niguiris de pez mantequilla cubiertos de trufa blanca.
Y eso.

viernes, 21 de enero de 2011

DOCE Y 1/2

Cómo si no he estado tanto tiempo vete tú a saber dónde.

DOCE

La vida tiene una capacidad de abducción asombrosamente real.