martes, 18 de junio de 2013

CIENTO VEINTIOCHO

Vuelan cuervos y no hacen ruido.
El mundo se ha callado.
No sé para quién, ni para qué, será este sacrificio.
Es todo como siempre: la danza macabra de cada día.

El ritual de la sangre.
El ritual del llanto.
El ritual de su ausencia cada mañana
decapitada por el tiempo.

Vuelan cuervos y aves de rapiña.
Sus picos vienen a por mí.
El mundo calla.
Las aves vienen a por mí.
Esto es todo cuanto dejo:
la memoria, el sol, las quemaduras.

Haced de mí los restos de algo bueno,
algo que fue feliz, aunque con pausas.

El mundo se ha callado. O no lo oigo.
O no lo entiendo. Pero vienen a por mí.
Y a por vosotros.
Empezarán por los ojos: por todo lo que vi.
Por todo lo que no visteis.

Las moscas se posan.
Me asusto.
Ya no las espanto.