Vuelan cuervos y no hacen ruido.
El mundo se ha callado.
No sé para quién, ni para qué, será este sacrificio.
Es todo como siempre: la danza macabra de cada día.
El ritual de la sangre.
El ritual del llanto.
El ritual de su ausencia cada mañana
decapitada por el tiempo.
Vuelan cuervos y aves de rapiña.
Sus picos vienen a por mí.
El mundo calla.
Las aves vienen a por mí.
Esto es todo cuanto dejo:
la memoria, el sol, las quemaduras.
Haced de mí los restos de algo bueno,
algo que fue feliz, aunque con pausas.
El mundo se ha callado. O no lo oigo.
O no lo entiendo. Pero vienen a por mí.
Y a por vosotros.
Empezarán por los ojos: por todo lo que vi.
Por todo lo que no visteis.
Las moscas se posan.
Me asusto.
Ya no las espanto.
martes, 18 de junio de 2013
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