lunes, 26 de diciembre de 2011

SESENTA Y UNO

A falta de ganas de escribir sobre nada, escribo sobre la nada. Sentada sobre la nada. El nada que hacer, más que sentarme en la mesa a beber y comer. ¿Se puede pedir más? Sí, un poco de sol, buena compañía. Nada que decir, nada que hacer, nada de nada. Parece que uno deja durante largas temporadas la profundidad en el abismo de la nada y el silencio. Si no, no me lo explico.
Confiemos en que tanto vacío, también tanto vacío, sea bueno.

Sí, me digo esto y pienso que ojalá fuese vacío este silencio, estos silencios, cuando en realidad son vacíos llenos del ruido que hacen tantos proyectos buscando voluntad.

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