domingo, 6 de marzo de 2011

VEINTISÉIS

Hay algo en mí, que me impide ser yo. Y le estoy agradecida. Hay algo en mí, una fuerza, un impulso, una energía que se ataca a sí misma, que me impide ser yo, que se autodestruye o se autoinventa en formas poco deseadas. Sin embargo, siendo yo más yo que nunca, reniego del yoísmo porque también eso es un lastre. El yoísmo no es más que un puñado de expectativas podridas de la infancia, o de la juventud, los sueños distorsionados que alguna vez tuvimos y a los que no nos pudimos dedicar por falta de tiempo y ganas o vete tú a saber. Y qué necesidad, la realidad era mucho más interesante, y una forma igual de lícita de cumplir sueños: vivir. No hay más sueño que ese, al final, y lo hacemos cada día (algunos), como mejor podemos, enredados en un manto de niebla que nunca nos deja ver, y vamos sin ayuda y con vergüenza de pedirla, dando tumbos, pero enderezándonos de forma digna al respirar. No todos pueden decir lo mismo. César Vallejo escupía versos contra los auténticos zombis: "Estáis muertos".
"Estáis muertos", decía. Los domingos desde hace unos meses me entristecen más que nunca. Y yo que creía que eso no era posible. Son tantas cosas las que creía y ya no creo.
Estoy convaleciente, pero aún así creo que vivo mucho más que los que imagino paseando por la calle. No lo digo con orgullo porque vivir duele. Pero el instante adquiere en mí más consistencia que su vida entera en todos ellos.
Hay que reinventarse cada día, pedir al yo que no nos deje ser nosotros. Que nos lo impida. Que nos insulte, que nos rete, que nos pelee. Que nunca lleguemos a creer que somos dueños de un mañana, que podemos hacer planes, que podemos descansar.
Vivir, sin ser yo, quizá es la única manera que tengo de ser yo misma. He aprendido que uno no es dueño de su silencio, sino de su miedo, y poco más. Vivir, no hay sueños, no hay zanahoria al final del cordel, no hay premios, sólo hay camino.
A veces tuve sed, y la fortuna de que me dieran agua.

1 comentario:

  1. A veces pienso que la fuerza que podemos albergar nace de las contradicciones, más que del convencimiento. Tal vez el tiempo cambia nuestra percepción de la realidad, o tal vez cambie la realidad o nosotros, no lo tengo nada claro, pero sí que tengo claro que la vida es un camino corto que hay que tratar de recorrerlo de la manera más llevadera posible, y que no hay fórmulas mágicas, porque tal vez lo que para ti sea válido, para mi no lo sea, y viceversa.
    Ojala yo pudiera ser dueño de mis miedos y manejarlos a mi antojo, hoy por hoy agradezco que no me sacudan demasiado y tener la suerte de encontrarme de tanto en tanto con alguien que me dé agua.
    Afortunadamente he leído esta entrada, que me ha inducido a reflexionar y divagar, que no a concluir, sobre mi propio "yoísmo"
    Un abrazo!

    ResponderEliminar