jueves, 3 de febrero de 2011

QUINCE

COSAS DE LA COTIDIANIDAD...

El día anterior a un intervención quirúrgica, tuve que tomar un Orfidal por recomendación médica. Fue una operación a la que ya me había sometido hacía unos meses, y para aquella ocasión no tomé nada. La segunda vez, por aquello de poder ir más tranquila, quise arriesgar...Y a pesar de ser muy reacia a la toma de este tipo de drogas, me lo tomé como una aventurilla que lo mismo hasta me gustaba y me zombificaba un poco, lo cual es de agradecer. Claro que como la antestesia no hay nada y yo la esperaba con ansiedad e ilusión: pon un anestesista en tu vida y sé feliz.

Situación uno. En la cama:

- Me he tomado un Orfidal.
- ¿Y...?
- (...)
- ¿?
- Dice el prospecto que te insensibiliza.
- Qué suerte.
- Cielos, creo que funciona.
- ¿En serio?
- Sí, ya no te quiero.
- Ah, bueno.

Al cabo de un rato. En la cama también:

- Me he tomado un Orfidal.
- ¿Y...?
- No siento nada en especial...
- ...

- (Sorprendida) Bueno, supongo que de eso se trata.

Me dormí, como me duermo siempre. Al día siguiente, antes de la operación, estaba exactamente igual. Por la mañana, al levantarme, exactamente igual.

Y esa fue toda mi experiencia orfidálica. He fumado porros mucho mejores, dónde va a parar. Otro día cuento mi experiencia con el famoso Lexatín, que dormirme no me dormía, pero pararme el corazón hasta necesitar adrenalina, ¡sí!

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