viernes, 30 de diciembre de 2011

SESENTA Y TRES

Este año, en algún sitio, a propósito de una cosa, leí esta frase: "He aprendido que los amigos se convierten en desconocidos, y los desconocidos se convierten en amigos".

Y es verdad. Yo también he aprendido esto.

Y a propósito de la verdad, me dijeron esta otra: "Una situación trágica es una cita con la verdad".

Y también es verdad. Esto también lo he aprendido.

Este año, por ejemplo, mi Princesa (el posesivo es cariñoso), a la que nunca he tenido ocasión de abrazar, me ha ayudado tanto que no sé si algún día podré estar suficientemente agradecida. No me ha tenido ningún miedo. Sin embargo, tengo (o tenía) amigos que han desaparecido cuando yo no podía sonreír ni bromear. "Porque no les venía bien mi dolor". "Porque no supieron cómo reaccionar". "Porque no querían molestar llamando". O el silencio.

Qué crudos algunos silencios. Qué crudos algunos correos que nunca he recibido. Las llamadas que nunca han llegado.

Otras personas, a las que apenas conocía, también me han ayudado mucho.

Algún amigo, con su silencio, me ha herido todos y cada uno de los días que han pasado este año.
Otros, lo han hecho con sus palabras.

No sé qué es la amistad. Ya no.

Dejaré este año (o este año me dejará a mí) con la sensación de que he tenido una larga y agotadora cita con la verdad. Otra vez.

Que tengáis feliz año.

1 comentario:

  1. Innes...ha sido mutuo, un cariño boomerang que ha ido viajando del norte al centro y vuelta...Un abrazo enorme (virtual pero abrigadito)

    ResponderEliminar