lunes, 26 de septiembre de 2011

CINCUENTA Y CUATRO

Tengo que ir a la peluquería. Tengo que ir a la peluquería. Tengo que ir a la peluquería. Me lo repito como un mantra, en primera y tercera persona.
Tienes que ir a la peluquería. Tienes que ir a la peluquería. Tienes que ir a la peluquería. Me lo repito, cada día, cada tarde, una y otra vez. Tienes que ir a la peluquería.

Sería capaz de estudiar un curso de peluquería para no tener que ir, nunca más, a la peluquería.

Nunca me atrevo a confesar lo mucho que me cuesta ir a la peluquería. Un día un buen amigo me dijo que él tenía que beberse cuatro cervezas negras (lo dijo así, "negras") antes de ir a la peluquería.

Entonces supe que no estaba sola.

Pero de eso hace ya años. Ahora, necesito apoyo de nuevo.

O un güisqui doble.

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