viernes, 30 de septiembre de 2011

CINCUENTA Y CINCO

La fiebre y el miedo siempre van juntos ahora. Yo sabía que esto tenía que llegar, aunque no sabía cuándo. Ha llegado y espero tumbada a que este dolor en el pecho sólo sea un dolor en el pecho. Espero tumbada a que este no poder respirar sólo sea no poder respirar ahora. Nada más.
No quiero mirar la pared. No quiero mirar el techo. Mire a donde mire veo focos, agujas, sangre y un rumor sutil de algo acercándose, a lo lejos, cuando cierro los ojos. Un antiguo recuerdo de algo blanco y frío que me encerraba sola y tiraba la llave, lejos de todos, y me dejaba así, a solas con el vaho de una respiración cada vez más débil, cada vez más parca, cada vez más triste. Un cuerpo más, frío, en un sitio lleno de cuerpos fríos.
Es algo tan simple y tan ridículo. Pero como un perro de Pavlov, yo salivo con tan solo reconocer la vibración en el aire que produce el olor de la mano que me ofreció una galleta. Una galleta.

Y aquí estoy, salivando. No pasa nada, me digo, no me voy a ahogar, nada de esto va a doler, y si duele, no dolerá a solas, puedo dormir si quiero, sólo tengo que estar así, mirando, palpando con los ojos el espacio de una habitación sin número en la puerta, sin cristal y sin horario de visitas, llamándome estúpida, e intentando, también, además, incluso, comprenderme.

5 comentarios:

  1. Y sin horarios de visita...
    Y si quieres, en vez de galleta sashimi.
    Respira. Duerme. Confía. Y pide, que en vez de enfermeras ya estamos Firmin y yo para mimarte.

    ResponderEliminar
  2. El lunes de nuevo quise salir huyendo de mi trabajo, la cabeza comprimía, me iba, tenía que escapar de un colapso inminente, acelerado, miedo...sé que lo voy a pasar, aguanto, tengo trucos, nos conocemos el miedo y yo. Sé torearlo: lo miro de frente, le digo que es mi amigo, me dice cosas de mí...le doy las gracias por hacerme fuerte, por enseñarme a cuidar de mí, por quererme. Pero se pasa muy mal y a veces el miedo es más fuerte que tu fe y te arrebata. Me he hecho amigo del miedo y le pido que me haga mejor.cabeza comprimía, me iba, tenía que escapar de un colapso inminente, acelerado, miedo...sé que lo voy a pasar, aguanto, tengo trucos, nos conocemos el miedo y yo. Sé torearlo: lo miro de frente, le digo que es mi amigo, me dice cosas de mí...le doy las gracias por hacerme fuerte, por enseñarme a cuidar de mí, por quererme. Pero se pasa muy mal y a veces el miedo es más fuerte que tu fe y te arrebata. Me he hecho amigo del miedo y le pido que me haga mejor.

    ResponderEliminar
  3. Pero una cosa: ¿has ido ya a la peluquería?
    (Te echo de menos, querida).

    ResponderEliminar
  4. ¡Sí, Coco, he ido a la pelu!

    Yo también, ¿dónde andas?

    ResponderEliminar