lunes, 25 de abril de 2011

TREINTA Y SEIS

Y qué que no llegue. Cómo llegar con toda esta maraña de cosas. Con esta especie de telaraña viscosa frente a mí. Con este montón de cubos y bidones tirados a mis pies. Y yo en patines. Cómo llegar con el suelo brillante, no de luz, sino de aceite. Cómo moverse y llegar, o escribir, aunque sólo sea para escribir que no se llega. Cómo cuadrar los pies y coordinar los movimientos de cadera. Cómo ordenar los afectos y las iras a lo largo del día. Cómo llegar, aunque sea mal.
Cómo detenerse e impedir la velocidad, si no de movimiento, al menos sí del resquebrajamiento de mis huesos. Uno por uno, a poder ser.
No es que quiera llorar. Porque no quiero. A una la hicieron de hierro, pero todo cede a cierta temperatura. Y hasta las lágrimas te huelen mal. Y el estado líquido es mucho más resbaladizo que el gaseoso. Menos práctico para mantenerse firme en algún sitio sin escurrirte por entre las manos de quien sea. Si pudieran ser las tuyas, no me importaría. Y desaparecer.
Además, llegados a cierto punto, descubres que, al fin y al cabo, eres de aleación.
Y esa era toda tu pureza.

Cualquiera se pone a escribir...

4 comentarios:

  1. Llevo días esperando que alguien diga algo para, precisamente, decir algo, pero solo se me ocurre... ¡cualquiera dice nada! Es un decir.

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  2. Mira que es difícil encontrar un "solo" ambiguo que necesite de la tilde... Y ahí tenemos uno.

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  3. Es que les dejo a todos sin palabras.

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  4. ¿Ambiguo yo? ¿Solo ambiguo?, ¿ambiguo solo?

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